La cultura de Cantabria
Cantabria (/kænˈteɪbriə/, también Reino Unido: /-ˈtæb-/, español: [kanˈtaβɾja], cántabro: Asturiano: [kanˈtaβɾja]) es una comunidad autónoma del norte de España con capital en Santander. Se denomina comunidad histórica en su actual Estatuto de Autonomía. Limita al este con la comunidad autónoma vasca (provincia de Vizcaya), al sur con Castilla y León (provincias de León, Palencia y Burgos), al oeste con el Principado de Asturias y al norte con el mar Cantábrico (Golfo de Vizcaya).
Cantabria pertenece a la España Verde, nombre que recibe la franja de tierra situada entre el Golfo de Vizcaya y la Cordillera Cantábrica, llamada así por su vegetación especialmente exuberante, debido al clima oceánico húmedo y moderado. El clima está fuertemente influenciado por los vientos del Océano Atlántico atrapados por las montañas; la precipitación media anual es de unos 1.200 mm.
Cantabria cuenta con yacimientos arqueológicos del Paleolítico Superior, aunque los primeros indicios de ocupación humana datan del Paleolítico Inferior. El yacimiento más significativo en cuanto a pinturas rupestres es el de la cueva de Altamira, que data de unos 37.000 años antes de Cristo y que ha sido declarada, junto con otras nueve cuevas cántabras, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Históricamente, el territorio se sitúa en la Cantabria Antigua, pero desde la Baja Edad Media hasta principios del siglo XIX, el nombre de Cantabria suele referirse al territorio de los vascos, especialmente al señorío de Vizcaya.
Por qué se conoce a Cantabria
Aunque varios escritores han intentado nombrar su filiación, (por ejemplo, haciéndole hijo o hermano del rey Erwig), las primeras fuentes no dicen nada más concreto que la crónica de “Pseudo-Alfonso”: que era “ex semine Leuvigildi et Reccaredi progenitus” (descendiente de la línea de sangre de Liuvigildo y Reccared I).
Otros estudiosos han dicho, que Pelayo pudo ser un pariente cántabro, defendiendo el acceso occidental al Ducado a través de su propia cabecera de condado, ya que esa parte de la actual provincia de Asturias formaba parte entonces del ducado cántabro y de la Cantabria del registro clásico latino.
Fiestas de Cantabria
El Ducado de Cantabria fue creado por los visigodos en el norte de España. Su extensión exacta no está clara en las diferentes épocas, pero parece probable que incluyera Cantabria, partes del norte de Castilla, La Rioja y probablemente zonas occidentales de Vizcaya y Álava.
Un Senado de Cantabria mencionado en la obra de San Aemiliano atestigua una nobleza local y una dieta de gobierno que puede haber sido de las últimas autoridades provinciales hispanorromanas independientes[cita requerida] También se aportan algunos nombres, como los autóctonos Sicorius o Tuentius, sin clara filiación étnica, y los latinos Honorius y Nepotianus[1].
Es bilbao en cantabria
En los confines occidentales del territorio vasco, surgió Álava, la primera en la historia atacada por huestes asturianas y cordobesas y que comprendía un territorio borroso anteriormente en manos del Ducado de Cantabria (actual Cantabria, Vizcaya, Álava, La Rioja y Burgos).
En el año 574, el rey Liuvigildo atacó Cantabria y consiguió capturar el sur del país, incluida la ciudad de Amaya, donde estableció una provincia visigoda llamada Ducado de Cantabria (ver imagen), que serviría de limes o zona fronteriza para contener a los cántabros y a sus vecinos los vascones.
Inicialmente, sólo Alfonso se trasladó a la corte de Cangas de Onís, pero tras el progresivo despoblamiento de la meseta y el Valle Medio del Ebro, donde se encontraban los principales reductos del Ducado de Cantabria como Amaya, Tricio y Ciudad de Cantabria, los descendientes del duque Pedro se retiraron de la Rioja hacia la zona cantábrica y con el tiempo controlaron los destinos del Reino de Asturias.
En las marchas suroccidentales del ducado franco de Vasconia, que se extendía en ciertos periodos de los siglos VI-VIII por los Pirineos, Cantabria (quizá incluyendo Vizcaya y Álava) y Pamplona quedaron fuera del dominio visigodo, manteniéndose esta última bien en régimen de autogobierno o bien bajo la soberanía franca (Concilios de Toledo no atendidos entre 589 y 684).